domingo, 25 de marzo de 2012

Laxe

En invierno las olas baten contra los acantilados de forma salvaje. Hay algo en ellas de locura y desesperación que las empuja a arrojarse contra las rocas con un ímpetu fiero e indomable.Olas de espuma blanca se levantan inmensas, como puños alzados contra el cielo, y diríase que en ese momento encuentran un inmenso alivio, como si su rotura las beneficiase, a ellas, a su corazón acuático y al del mundo entero.
El estruendo del mar cuando rompe contra la arena es determinante, definitivo; "no habrá más sufrimiento" solo la paz de quien ha limpiado su alma y regresa al sitio de donde partió tras haber cumplido con su misterioso designio oceánico.
Quién sabe por qué causa eso es lo que uno puede encontrar en Laxe, una paz marítima y salada, hecha de gentes sencillas; marineros curtidos que a diario se enfrentan a ese mar y a esas olas que huyen de alguna ignota maldad salada.
Mujeres que hablan y ríen en la calle mientras faenan o pasean y que tienen en común el aspecto de sirenas retiradas, de criaturas feéricas, más si cabe las jóvenes, cuyas miradas se pierden en la fronda o en el risueño azul.
Pero Laxe también tiene su zona oscura. El nordeste es intratable, atraviesa rendijas, rincones, cabellos y pieles dejando tras de sí sus huellas, los surcos de un loco. Es el azote de un dios nórdico que igual que embrutece el mar castiga a la tierra. Solo el cielo es inmune a su violencia


2 comentarios:

  1. Es muy bonito lo que has escrito. Te ha salido realmente bien =)

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  2. Gracias pequeña soft,,,,bonitttttttttttttttaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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