No lo hace siempre. Solo a veces
cuando tiene un día de esos que ella
llama “puto gris”. Eduvane es así, tiene fuerza hasta cuando está deprimida.
Además de fuerza tiene en el baño una lupa pequeña, como de juguete que le
permite ver los monstruos de sus sueños y pensamientos. Una mañana se levantó
así, en plan gris marengo y nada más entrar en el baño fue directa a coger la
lupa para inspeccionarse la boca.
Los agarofóbicos también somos
así. Lo primero que vemos es la arruga miserable, el grano más oportuno, la
arista imperfecta, el ascensor estrecho,
la puerta que no se abrirá…somos capaces de calcular con solo una mirada y con
absoluta precisión, como si fuéramos un escáner todos los posibles peligros de nuestro
inmediato alrededor. Nuestra imaginación es algo más que portentosa. Deberían
utilizarnos en las guerras, emplearnos en los ministerios de defensa. No es que
tengamos miedo y por ello seamos capaces de infundirlo, que también. Es que nos
posee, nos somete un ser presciente, omnipotente cuya fuerza interior suprema,
dios y diablo, la serpiente y la hiena, no hemos conseguido dominar. En el
futuro lo conseguiremos y la evolución conducirá a nuestras descendientes a lo
más alto. Buscarán el componente del miedo en nuestro ADN. Seremos un ejército
de elite, dominadoras del miedo y de nosotras mismas, visionarias, letales,
seremos llamadas “Miemasen”, invisibles, como las Bene Geserit de Dune, prescientes,
altamente intuituivas y lo
suficientemente inteligentes como para
imaginar las mejores y más eficaces formas de destruir al enemigo.
Pero por el momento Eduvane llegó
al baño presintiendo un bulto cancerígeno al final de la lengua donde percibía
un algo extraño que le impedía tragar. Cogió la lupa y fue incapaz de ver el monstruo deforme que llevaba amarrado al cuello. Sin embargo,
al abrir la boca y mientras la inspeccionaba cuidadosamente todos sus
mecanismos mentales dieron la alerta. - ¡Aquello no estaba allí ayer! Aquello
no había estado allí nunca!-
Ahogándose en negro pero aún lúcida
buscó apresuradamente una pinza pensando que podría extraerlo. Lloraba cuando
se obligó a volver a abrir la boca. Mantuvo aún, mientras lo hacía una mínima
esperanza. Podía ser que su imaginación le hubiera jugado una mala pasada.
Seguía allí. Todas las compuertas de su interior comenzaron a cerrarse. La pinza cayó al suelo. Se derrumbaba. El
monstruo se regocijó satisfecho. Viscoso se ciñó a un más a su pecho.
No sé dónde lo he leído pero es
en las crisis donde sale a flote lo que verdaderamente somos. Eduvane cubierta
de miedo de la cabeza a los pies logró encontrar una luz en medio de la
oscuridad que le sobrevenía. Temblando y llorando lágrimas gris perla se miró
al espejo y se vio ya muerta. Y en ese instante pudo ver por primera vez un
resquicio de sí misma, un algo intacto que nada ni nadie había alterado en su
interior. Y ese algo la instó a gritar. Gritó como si se fuera a acabar el
mundo, tan alto y tan fuerte que se hizo
hasta sangre. Reventó el espejo, la lupa y las entrañas del miedo. Del monstruo
solo se pudieron recuperar miembros sueltos, vísceras y sangre.
Eduvane se convirtió en
reportera de documentales sobre animales exóticos. El único resquicio que le quedó de aquello es la
lengua. Desde entonces no habla otra cosa que no sea Griego Antiguo.
:D:D:D:D:D:D:D Me ha gustado. Gracias por dejarnos leer la versión alargada de tu micro.
ResponderEliminarNos leemos por aqui y por allá.
Hola Werchy,
ResponderEliminarbuen relato. Con un estilo diferente pero que me ha gustado. Curioso el cambio del latín al griego antiguo. Un saludo.
Muchísimas gracias a ambos.Un abrazo de los gordos
ResponderEliminarMuchísimas gracias a ambos.Un abrazo de los gordos
ResponderEliminarEspero que no te salga tres veces el comentario. Me encantó esta versión del cuento. original, atrapante y bien escrita. Felicitaciones. Mi cuento no se publicó por error de "ayer". Si quieres leerlo, el link es este:http://ahorayodigo.blogspot.com.ar/2015/06/cuentos-del-paraiso-1.html
ResponderEliminarSaludos.